La
exploración de los nuevos mundos de la cibernética, de la física quántica puso a Morín en contacto con las teorías del
caos y de la interconectividad de los diferentes elementos del cosmos. La
biología lo dotó de nuevos esquemas mentales para entender el mundo de los vivos
y para comprender al mismo hombre. Por consiguiente, la realidad no es simple son muchos los
elementos de que consta, los cuales no están aislados sino interconectados, incluso entre un elemento y otro los límites
son borrosos.
El
pensamiento complejo de Morín, significa para las ciencias
sociales un aporte metodológico, por la incorporación de la transdisciplinariedad,
la multidimensionalidad y lo que se
ha llamado doble dialecticidad. Estas
claves metodológicas, constituyen aspectos epistemológicos importantes, el
pensamiento complejo puede referenciarse como la ciencia, después del fin de la
ciencia. Los autores y corrientes que influyen el pensamiento moriniano, van de
las ciencias formales y experimentales, a las ciencias sociales.
En
tal sentido, el mismo autor plantea superar el pensamiento simplificador, es
decir, aquel que se vincula ciegamente a un sistema de conocimiento para comprender
al mundo sin ser capaz de ir más allá de los límites que a sí mismo se impone, este
pensamiento es unidimensional y simplista. Cabe destacar, que en el pensamiento
llamado simplificador se pueden distinguir cuatro principios básicos como son la
disyunción, la reducción, la abstracción y la causalidad. En cambio, en el pensamiento complejo se
plantea la heterogeneidad, la interacción y el azar;
todo objeto del conocimiento cualquiera que sea, no se puede estudiar en sí
mismo, sino en relación con su entorno; precisamente por esto, toda realidad es
sistema, por estar en relación con su entorno.
Es
por ello, que el pensamiento complejo es capaz de unir conceptos que se
rechazan entre sí y que son desglosados y catalogados en compartimentos
cerrados por el pensamiento no complejo. No se trata de rechazar lo simple, se
trata de verlo articulado con otros elementos, es cuestión de separar y enlazar
al mismo tiempo. Se trata pues, de comprender un pensamiento que separa y que
reduce junto con un pensamiento que distingue y que enlaza.
Es
de hacer notar, que la complejidad
parece primero desafiar el conocimiento y, de algún modo, producir una
regresión, cada vez que hay una
irrupción de complejidad precisamente bajo la forma de incertidumbre, de
aleatoriedad, se produce una resistencia muy fuerte. Hubo una resistencia muy
fuerte contra la física cuántica, porque los físicos clásicos decían que es el
retorno a la barbarie, no es posible situarse en la indeterminación cuando
desde hace dos siglos todas las victorias de la ciencia han sido las del
determinismo. De allí, que ha sido necesario el éxito operacional de la física
cuántica para que finalmente, se comprenda que la nueva indeterminación
constituía también un progreso en el conocimiento de la misma determinación.
Es
importante señalar, que los problemas de
organización social sólo pueden comprenderse a partir del nivel complejo de la relación parte-todo. Aquí
interviene la idea de recursión organizacional que, es absolutamente crucial
para concebir la complejidad de la relación entre partes y todo. Las
interacciones entre individualidades autónomas, como en las sociedades animales
o incluso en las células, puesto que las células tienen cada una su autonomía,
producen un todo, el cual retroactúa sobre las partes para producirlas. Dicho
de otro modo, las interacciones entre individuos hacen la sociedad; de hecho, ésta
no tendría ni un gramo de existencia sin los individuos vivientes. No obstante,
la sociedad misma produce los individuos o, al menos, consuma su humanidad
suministrándoles la educación, la cultura y el lenguaje.
En
los tiempos actuales la educación tiene mucho que decir y hacer, como formación
humana, instrucción del pensamiento y
dirección de los sentimientos, ante la necesidad de dar respuesta a los
desafíos del siglo XXI, como lo es el de
crear hombres con ciencia y con conciencia así como desarrollar una cultura que
le permita ser capaz de enfrentar la
globalización neoliberal. La
educación como formación humana, en los momentos actuales, está urgida de
cambios, para Morín se debe reformar el pensamiento en general y sus paradigmas
si se quiere revertir el pensar educativo y sus estrategias. Se deben cambiar
las estructuras existentes no sólo de pensamiento, sino en plena conjunción con
la práctica social y sin perder el sentido cultural en que toma cuerpo y se
despliega como sistema complejo.
En
este orden de ideas, se destaca que la
educación pensada desde la complejidad es imposible sin una reforma del pensamiento,
que haga de ella un verdadero proceso de aprehensión del hombre como sujeto
complejo que piensa, siente, conoce, valora, actúa y se comunica. Razón por la
cual, para revelar la complejidad del hombre hay que asumirlo con sentido
cultural, es decir, en su actividad real y en la praxis que lo integra a la
cultura; la cual como ser esencial del hombre y medida de ascensión humana no
sólo concreta la actividad del hombre en sus momentos cualificadores, sino que
da cuenta del proceso mismo en que tiene lugar
el devenir del hombre como sistema complejo.
Se
evidencia en los planteamientos de Morín, que la teoría de la complejidad y el
pensamiento complejo no intenta en modo alguno constituirse en método único,
sino captar la realidad como sistema complejo, en sus diversas conexiones,
mediaciones y condicionamientos. Es por
ello, que no establece relaciones antitéticas entre orden y caos, incertidumbre
y certidumbre, entre las partes y el todo. De igual forma, admite la
racionalidad, pero se opone a la racionalización que simplifica, reduce y no
aprehende la realidad en su contexto y complejidad.
Es
oportuno señalar, que la necesidad del
pensamiento complejo no puede más que imponerse progresivamente a lo largo de
un camino en el cual aparecerán, ante todo, los límites, las insuficiencias y
las carencias del pensamiento simplificante, es decir, las condiciones en las cuales no se puede
eludir el desafío de lo complejo. Será necesario, finalmente, ver si hay un
modo de pensar, o un método, capaz de estar a la altura del desafío de la
complejidad. No se trata de retomar la ambición del pensamiento simple de controlar
y dominar lo real. Se trata de ejercitarse en un pensamiento capaz de tratar,
de dialogar, de negociar, con lo real.